La temporada invernal en el país de la hoja de maple, ofrece un abanico de experiencias que van desde la tranquilidad de la naturaleza hasta la efervescencia cultural de sus metrópolis, creando momentos de calidez inesperada en medio del frío.
Uno de los atractivos más emblemáticos es el Canal Rideau en Ottawa, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Cada invierno, sus más de siete kilómetros congelados se transforman en la pista de patinaje más grande del mundo.
El bienestar también tiene un lugar especial en Canadá. Los spas de aguas termales y jacuzzis al aire libre permiten experimentar el contraste entre el frío intenso y el calor profundo, rodeados de bosques y lagos congelados.
Muchos de estos espacios integran tratamientos con ingredientes locales y técnicas tradicionales de las Primeras Naciones, con una experiencia de autocuidado en plena naturaleza.
En Montréal, el invierno cobra vida con Lumino, festival que transforma el Quartier des Spectacles en un corredor de luz. Más de 30 instalaciones convierten edificios en lienzos luminosos, con proyecciones interactivas que invitan a ser parte del espectáculo. El programa, vigente hasta el 8 de marzo de 2026, hace de cada noche un viaje envolvente.


El norte del país regala uno de los espectáculos naturales más impresionantes: las auroras boreales. Entre diciembre y marzo, regiones como Yukón, Nunavut, Manitoba y los Territorios del Noroeste ofrecen condiciones ideales para admirarlas, complementadas con recorridos nocturnos, paseos en motonieve y alojamientos en cabañas rústicas o tipis.
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