Con el nuevo año a la vuelta de la esquina, el balance de 2025 revela un cambio profundo en la manera de viajar. El 2025 fue un año definido por elecciones más personales, un renovado interés por lo auténtico y las experiencias que conectaran con la esencia de cada destino.
Santorini, Grecia– Con regulaciones para controlar la saturación turística y rutas hacia pueblos menos explorados como Pyrgos y Megalochori, la isla se mostró más íntima y pausada. Su gastronomía, basada en insumos locales como el tomate, el cappero y el vino assyrtiko, consolidó un movimiento culinario honesto y arraigado.
Japón– El destino amplió su mapa turístico más allá del triángulo Tokio–Kyoto–Osaka. Ciudades como Kanazawa, Takamatsu y Nagano atrajeron viajeros atentos con museos, ateliers de artesanos y hoteles boutique. La cocina japonesa exploró propuestas íntimas que privilegiaron la inmersión cultural sobre los itinerarios acelerados.
Madeira, Portugal– Esta ciudad experimentó un renacimiento silencioso. La restauración de rutas de levadas, la conservación marina y la apertura de hoteles de bajo impacto ecológico transformaron la isla en un destino de culto. Su cocina atlántica y vinos de altitud atrajeron a viajeros exigentes que buscan naturaleza, diseño y elegancia en equilibrio.
Tulum, México – La arquitectura con materiales renovables, la celebración de la identidad maya contemporánea y la gastronomía basada en técnicas de milpa y fogón dieron paso a un destino más maduro, enfocado en bienestar y conexión con la selva.
Miami, Estados Unidos– El destino soleado dejó atrás su imagen monocromática para consolidarse como capital creativa. Nuevos espacios museísticos, el auge de chefs latinoamericanos y la evolución de barrios como Brickell y Wynwood posicionaron a la ciudad en una etapa de madurez estética y cultural.
