Después del frío invierno, la primavera despierta en Nueva York con los famosos árboles del cerezo y atardeceres sobre el Hudson, así como una agenda artística que invita a descubrir cómo florece el arte femenino, con exposiciones e historias creadas por mujeres.
MoMA– Una joya recién desvelada del universo de Hilma af Klint espera entre acuarelas y trazos que transforman la energía de la tierra. What Stands Behind the Flowers (del 11 de mayo al 27 de septiembre) recoge los dibujos íntimos de una artista que, mucho antes de que el mundo entendiera su mística, ya conversaba con las flores.
Grey Art Museum – En este recinto se rinde tributo a 25 años del programa Anonymous Was A Woman. En esta exposición, 41 artistas nos cuentan lo que ocurre cuando el talento femenino encuentra espacio y sustento para crear sin pedir permiso. Es un vistazo poderoso y necesario a un cuarto de siglo de arte hecho por mujeres que desafían los márgenes.
Brooklyn Museum- El icónico inmueble reabre las puertas a Consuelo Kanaga: Catch the Spirit, una retrospectiva conmovedora sobre la fotógrafa que usó su cámara como herramienta de justicia. Casi 200 piezas componen este viaje visual por la historia social de Estados Unidos, donde cada retrato es una declaración.
Whitney Museum- De vuelta a Manhattan, Amy Sherald transforma la calle en galería con un imponente billboard sobre Gansevoort Street. Sus retratos, lejos de la tradición, son cuentos contemporáneos que capturan lo cotidiano con una mirada sobria y poética.
Guggenheim- El arte tiene la capacidad de mover al mundo, literal y simbólicamente. By Way Of: Material and Motion in the Guggenheim Collection, presenta un recorrido cinético por obras que exploran el movimiento en todas sus formas —desde lo físico hasta lo emocional— dentro del emblemático espiral de Wright.
The MET- Por último, una mirada a Monstrous Beauty: A Feminist Revision of Chinoiserie, que sacude los salones de porcelana con una narrativa feroz y necesaria. La muestra desmonta con elegancia el exotismo que marcó el arte europeo, reescribiendo con mirada crítica y feminista cómo lo “bello” ha servido, también, para marginar y etiquetar.
