Los antiguos pueblos originarios de Yucatán fueron expertos astrónomos, observaron de manera constante los astros y lograron crear calendarios sumamente precisos.
Hoy podría decirse que la pirámide de Kukulcán, Chichén Itzá, además de ser una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno es el “calendario” más grande en el mundo.
Esto, debido a que en los equinoccios de primavera y otoño ofrece uno de los espectáculos de luz arqueo-astronómicos más impresionantes.
Sin embargo, Chichén Itzá no es el único sitio arqueológico en Yucatán donde se puede apreciar este tipo de espectáculo de luces y sombras. En la zona arqueológica de Dzibilchaltún, donde el Dios Kin entra al Templo de las Siete Muñecas, también ocurre.
Muchas personas visitan los sitios arqueológicos con la finalidad de recibir los primeros rayos del sol de la primavera, pues se considera que estos vienen cargados de energía positiva; además de disfrutar esta ocasión para apreciar el descenso de Kukulkán.
Para renovar energías y de paso disfrutar de un viaje único, del 20 al 22 de marzo, Yucatán recibe la luz del equinoccio de primavera en cualquiera de estos sitios sagrados de la civilización maya, la cual extiende su legado a través de su cultura y su gente.