En este mes de diciembre, se cumplen dos años desde que Maní y Sisal en Yucatán, fueron declarados como “Pueblos Mágicos” por la Secretaría de Turismo (Sectur), sumándose a Valladolid e Izamal, poblaciones que han destacado por su biodiversidad, cultura, paisajes naturales, vestigios mayas; así como por sus historias y eventos sobresalientes.
Adicionalmente, en estos sitios, sus habitantes han demostrado ser ejemplo de cómo, a través de estrategias inclusivas y sustentables, es posible beneficiar a sus comunidades.
Muestra de ello es Maní, que forma parte de los Best Tourism Village de la Organización Mundial del Turismo (OMT), gracias a sus buenas prácticas en materia de preservación y sostenibilidad turística. Al ser uno de los pueblos más antiguos de la Península, caminar por sus calles es encontrarse con una comunidad que vive a través de su lengua materna.
Entre sus atractivos se encuentra el Convento de San Miguel Arcángel, edificado en 1549, o bien sus 30 meliponarios donde se preserva a la abeja melipona, que forma parte de las tradiciones locales. Asimismo, el Cenote Xcabachen se presenta como un espacio lleno de misticismo maya, considerado como la puerta al Xibalbá (inframundo).
Por su parte, Sisal ofrece una atmósfera pacífica al pasear en lancha por sus manglares, observar aves y disfrutar de leyendas en voz de sus pobladores. Este fue un puerto comercial en la época colonial, que funcionó como entrada principal para el desembarque de buques procedentes de La Habana; sin embargo, con la apertura de Puerto Progreso, Sisal pasaría a ser solo un sitio para la pesca, donde su tranquilidad es su mayor atractivo.
En la Reserva Estatal El Palmar, sus humedales son hábitat de una colonia considerable del flamenco rosa y para conocer la silenciosa vida subacuática es preciso sumergirse en lo más hondo de las aguas que los manglares protegen. Llegar a este paraje implica una travesía en kayak por canales que conducen a la diversidad de fauna que lo conforman.