California, conocida mundialmente por sus playas soleadas y viñedos dorados, revela en invierno una faceta distinta: la de un estado alpino que invita a descubrir paisajes nevados, gastronomía de montaña y alojamientos acogedores.
Desde el norte volcánico hasta los bosques del sur, el Golden State ofrece experiencias únicas que transforman la temporada fría en un espectáculo de aventura y descanso.
Lake Tahoe se erige como el corazón alpino de California. Sus estaciones Heavenly, Palisades Tahoe y Northstar California Resort ofrecen pistas para todos los niveles y un après-ski con sello californiano. Aquí es posible esquiar por la mañana y cenar junto al lago al atardecer.
En el norte, el Lassen Volcanic National Park sorprende con fumarolas humeantes y lagos congelados. Es un destino ideal para practicar snowshoeing, esquí de fondo o simplemente contemplar la naturaleza en silencio.
Más al norte, Mount Shasta combina misticismo y aventura. Con 4,322 metros de altura, es escenario de deportes de nieve y también de retiros espirituales. Su pueblo, Mount Shasta City, ofrece cafés, tiendas y rutas hacia cascadas con vistas inolvidables.
Yosemite National Park, clásico todo el año, se convierte en un cuento blanco en invierno. Patinaje sobre hielo frente al Half Dome, caminatas con raquetas en Badger Pass y cenas gourmet en el histórico Ahwahnee Hotel son parte de su encanto.
En la Eastern Sierra, Mammoth Lakes ofrece más de 3,500 acres esquiables en Mammoth Mountain, además de vida nocturna vibrante y acceso a pozas termales rodeadas de nieve.

A solo dos horas y media de Los Ángeles, Big Bear Lake es la escapada favorita para familias y parejas. Sus estaciones Snow Summit y Bear Mountain garantizan diversión con esquí, snowboard y tubing, mientras el pueblo se ilumina con un ambiente acogedor.
Finalmente, el invierno californiano también se saborea entre viñedos. Regiones como Sonoma y Paso Robles permiten combinar un día de esquí con catas de vino o spas con vistas a paisajes invernales.



