A tan solo 45 minutos de la Ciudad de Guanajuato, este rincón ofrece un escenario repleto de esencia antigua y vestigios de lo que un día fue uno de los principales centros mineros del país, algo que sin duda, muestra gran parte de la identidad e historia guanajuatense.
La historia de este Barrio se remonta a junio de 1548, cuando los españoles descubrieron la veta de San Bernabé, un espacio rico en minerales que rápidamente se convirtió en un centro de actividad minera para la extracción de plata.
Fue tanta su fama que, tras iniciar los trabajos mineros, los pasajes subterráneos se llenaron de antorchas que iluminaban los pasillos y gracias al brillo especial de este paisaje la comunidad adoptó el nombre de Mineral de la Luz.
Minas abandonadas y algunas estructuras en ruinas se rodean por montañas, invitando a los visitantes a adentrarse entre sus senderos para caminar por sus calles empedradas, disfrutar de sus fachadas coloniales y casas de adobe que permiten viajar en el tiempo.
Entre sus atractivos se encuentra la iglesia de San Pedro Apóstol, una construcción con fachada barroca del siglo XVIII de colores ocres y rosados junto al arte de Apolinar Fonseca; Museo de Arte Sacro, un espacio cultural que resguarda una variada colección de exvotos, ornamentos y fotografías que revaloran la memoria de la región y su pasado minero.
Además de pasear por el barrio y conocer sus puntos imperdibles, se recomienda realizar un recorrido en bicicleta o acercarse al Cristo Rey en el Cerro del Cubilete, uno de los símbolos más importantes del catolicismo en México, característico por medir cerca de 2 mil 500 metros sobre el nivel del mar, punto de encuentro de peregrinos y creyentes.