Luego del freno al transporte aéreo provocado por la pandemia, pocos imaginaron la acelerada recuperación del sector, que hoy enfrenta enormes desafíos por falta de personal.
Cancelaciones, reprogramaciones o reducción de frecuencias, son una constante para las empresas en Europa Occidental, que hoy comienzan a verse en América del Norte.
Como ejemplo, British Airways prevé unos 10.000 vuelos cancelados a lo largo del verano, lo que afecta principalmente los vuelos domésticos y regionales, más no las conexiones transcontinentales. Las supresiones representan el 13% de la capacidad total de la aerolínea británica y se concentran particularmente sobre el aeropuerto de Londres-Gatwick.
En contraste, KLM y Lufthansa han abordado medidas radicales para tratar de reorganizarse en medio de esta inesperada situación, incrementando sus precios.
“Hacemos frente a un enorme problema de gestión de nuestros recursos con la penuria de personal. Como debemos cancelar vuelos, también debemos reacomodar a los pasajeros que ya tienen reservaciones sobre otros vuelos. Es lo que nos obliga a cerrar la venta de pasajes baratos, hasta que hayamos podido reubicar la totalidad de nuestros clientes afectados por las supresiones de frecuencias. Solo quedan las tarifas más elevadas porque las demás fueron suspendidas”, explicó Boris Ogursky, vocero de la compañía.
Por su parte, KLM está cancelando entre 10 y 20 vuelos por día dentro de su red europea. Esto la obliga a reubicar a gran parte de sus clientes que ya cuentan con reservaciones. A modo de ejemplo, un pasaje de ida sola en clase eco entre Ámsterdam y la Costa Azul en días recientes, estaba cotizado en más de 880 euros. En este caso, se avanzó que la política de precios alto podría extenderse hasta el 8 de agosto.